La importancia de la
Ley del Trabajo, considerada por algunos expertos como la
segunda después de la
Constitución Nacional , no puede ser reformada parcialmente o
en su totalidad por una pequeña comisión nombrada por el Presidente de la República , que seguramente
ha consultado más a los cubanos que a los venezolanos.
La
aprobación de la Ley
del Trabajo por decreto del Presidente
de la República ,
violando el mandato constitucional que establece que debe ser aprobada por la Asamblea Nacional ,
constituye uno de los mayores abusos de poder cometidos por el Comandante en Jefe
contra la soberanía nacional, y una provocación a los sectores democráticos del
país con la finalidad de crear un peligroso desconcierto que los puede inclinar
a una reacción violenta y a olvidarse las elecciones del 7 de octubre, en las
que el candidato Presidente tiene asegurada una contundente derrota.
Todo
gobernante de espíritu o tendencia autocrático
puede iniciar su gestión con un aparente apego a la legalidad del país
que le ha otorgado democráticamente el
derecho a ejercer funciones de gobierno, pero en la medida en
que considera que puede perder esas facultades, comienza a restringir los
derechos de la oposición y generalmente termina persiguiendo a quienes le
apoyaron para ascender al poder, si tratan de disentir de algunas de sus decisiones
unilaterales.
El abuso en
el ejercicio del poder va rompiendo las reglas que caracterizan a un régimen
democrático, de una forma abrupta y violenta o con aprobación de una
legislación especial que le permita gobernar sin impedimento alguno, violando la
legislación vigente. Esto fue lo que se operó en los regímenes del socialismo
real estalinista y del nazismo alemán. En principio se respetaron ciertas
libertades, pero cuando la legislación imperante no le permitía al gobernante
tomar las medidas que a su juicio único e inconsulto, creía que debía tomar
para “bien del pueblo”, se fue tornando cada vez más autoritario, hasta llegar
a la tiranía. La resistencia nacional no contó con apoyo interno, porque fue
aplastado por la bota del militarismo, ni respaldo internacional porque las
naciones democráticas carecían de una organización multilateral para impedirlo,
hasta que se vieron obligadas a intervenir, cuando el abuso del poder traspasó
las fronteras y se manifestó en la invasión a los países vecinos.
Si los trabajadores y los empresarios venezolanos no han
sido consultados y son los factores determinantes a la hora de aplicar una ley
que les compete de manera sustancial, la decisión de Higo Chávez de indicarles
como deben ser sus relaciones contractuales, ya ha provocado el rechazo
contundente a lo largo del país, por lo que es de esperar que habrá protestas
una vez que sea promulgada por el Ejecutivo y conocida en su totalidad, porque
hasta ahora los reparos se refieren a lo poco que se ha filtrado y al carácter
inconstitucional de los mecanismos utilizados para su aprobación.
Ya son
varias las organizaciones sindicales que se han dirigido a la OIT para señalar las
violaciones a la libertad sindical y a la contratación colectiva, que el
gobierno de Hugo Chávez ha venido cometiendo con graves perjuicios para los
trabajadores y empleados públicos que tienen varios años sin discutir su
respectivos contratos, lo cual es un indicador de cuál puede ser la reforma con
relación a esos aspectos fundamentales de los derechos conquistados a lo largo
de muchos años de luchas reivindicativas dentro y fuera de nuestro país.
Y aunque no
se conoce en su totalidad el contenido de la Ley del Trabajo que Chávez ha resuelto imponerle
a los venezolanos, por el abuso de poder que constituye su aprobación al margen
de la
Constitución Nacional , la oposición y la disidencia chavista
se pueden reencontrar en las protestas de calle que seguramente tendrán que
realizar para evitar que se apliquen cláusulas inconstituciones, y además
en elecciones del 7 de octubre y propinarle una derrota definitiva al
autoritarismo. Un mínimo de reflexión sería suficiente para concluir que
resulta imprescindible la unidad de los trabajadores para enfrentar la
autocracia, al pensamiento único que tratan de imponer desde Cuba y Miraflores