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miércoles, 6 de junio de 2007

EL ESTADO CORPORATIVO de Alexander Guerrero E.

El nazional socialismo
Paul Lensch, ideólogo del fascismo –nazional socialismo- alemán, pariente este del fascismo italiano, ambos, hijos legítimos del marxismo, escribió en su libro “Tres Años de la Revolución Mundial” que el socialismo –para el este concepto era un genérico- debe presentar una resistencia conciente y oposición determinante al individualismo; de hecho, la propaganda nazi de esos anos se fundamentaba en que el bien común y social es prioritario ante el bien privado.
Hitler en Mi Lucha afirma a lo largo de ese catalogo propagandístico que el sacrificio de lo individual ante lo social era inclusive una característica “genética de la raza aria”, el “individuo no tiene derechos sino obligaciones”, todos conocen el sentido corporativo del nazional socialismo alemán y el rol del Estado ente los ciudadanos, el régimen de servidumbre que de esa relación emerge, similar al comunismo o socialismos y que llevo a Hayek a escribir el Camino de la Servidumbre.
El fascismo
El fascismo italiano promovía los mismos valores colectivos que el nacional socialismo (nazi); su parentesco con el marxismo es aun mas estrecho, recordemos que Mussolini fue jefe propaganda del Partido Socialista Italiano; fue director de Avanti, diario oficial del PSI.
Hay que destacar, que esas definiciones ideológicas del fascismo y nazismo en lo económico tienen origen indiscutible en el marxismo, no hay sorpresas, Hitler y Musslini fueron militantes del socialismo marxista que los condujo a sus tesis estatistas, corporativistas y colectivistas, es decir, al sacrificio del bien privado, individual en beneficio del bien social, todo es de todos, nada es de nadie, todo es del Estado –por defecto y derecho- el síndrome de la “tragedia de los comunes”.
El comunismo y el socialismo
La derrota alemana-italiana impidió verificar que el comunismo o socialismo que sobrevivió entre otros por la victoria bélica, logro mantener la misma estructura económica basada en el colectivismo o estatismo corporativista, siempre con el mismo ideario, los socialismos –comunismos- de posguerra mantuvieron esa lógica totalitaria al institucionalizar la inversión del principio de subsidiariedad, similar al estado nazi y fascista, para que lo individual este supeditado a la común, a lo social, a lo colectivo, a lo estatal, lo que en la economía, para los efectos, es la misma cosa. El socialismo construido sobre esos preceptos ideológicos no muestra mayores diferencias al fascismo y nazismo, después de todo, la esencia nacional socialista aun lo acompaña en la colectivización de la economía, lo cual conduce al ejercicio monopólico del poder político.
Que tiene que ver eso con Venezuela?
Esta vuelta por la historia es útil para reconocer importantes coincidencias ideológicas, del fascismo y el comunismo con el ideario marxista que muestra la revolución bolivariana y el Socialismo de siglo XXI.
En la propia constitución, y en la amplia red de leyes y decretos que aniquilan los derechos de propiedad privada en Venezuela en estos días, no es difícil encontrar esos parentescos ideológicos que ya se asoman en la política del día día y en el discurso oficial, donde la característica fundamental es la intolerancia ideológica, expresada en el ideario bolivariano como hegemonía cultural –a lo Gramsci- y que opera como apartheid político ante el voluntarismo político y económico por el sacrificio de la propiedad privada sobre activos rentables ante el Estado, envuelto en estatizaciones y por ello la descapitalización de los activos productivos en manos de la gente, lo privado, de empresas grandes y pequeñas.
Servidumbre y el estado social(ista) de derecho
El concepto doctrinario institucionalizado en la constitución, leyes y en la jurisprudencia de todos los días emergente del TSJ, es el mismo de la inversión del principio de subsidiariedad, similar al fascismo y al comunismo/socialismo, que desemboca en la jurisprudencia del “estado social de derecho” o “estado socialista de derecho”, lo cual da origen al régimen de servidumbre que hipoteca los derechos individuales al bien colectivo, representado por la colectivización/socialización, estatización de los activos rentables en la economía. Venezuela marcha por esos rumbos inexorablemente, por ahora.
La descapitalización de la propiedad privada
Los mecanismos colectivistas, corporativos y estatistas de comunismo y el fascismo, similares en su esencia se encuentran contenidos no solo en los monopolios constitucionales otorgados al Estado en lo referente al subsuelo, espacio electromagnético, tierras, aguas, todo aderezado con controles de precios, en el control de cambio, y otros controles administrativos generados por la intervención del estado que se consolidan institucionalmente en los astringentes esquemas de racionamiento de divisas.
Así se cuenta con la obligatoriedad de solvencias administrativas, laborales, tributarias, sanitarias, ambientales, etc., muchas con efectos penales, amen de la compleja red de permisos y medidas ad hoc discrecionales que afectan el libre movimiento de bienes y servicios, pero que marcan las condiciones económicas y administrativas a que cumplir para acceder al racionamiento de divisas y que restringen libertades económicas.
Los instrumentos de la descapitalización
A estas perversidades económicas se incorpora al discurso político “aterrador” dirigido a los capitalistas, pequeños y grandes, en amenazas de expropiación y la elaboración de leyes decretos habilitados al ejecutivo que imponen la dictadura de lo colectivo sobre la persona y sus derechos individuales.
Estas condiciones de “terror”, generan restricciones para producir bienes en el sector privado y disponer inventarios en volúmenes que sostengan un consumo fluido. La intervención del Estado estatificando y controlando crea condiciones institucionales –inflación y racionamiento, escasez- para el control social. Por necesidades políticas, la perversión corporativa del socialismo que emerge requiere de una red de empresas en el comercio y finanzas asociados al Estado con intereses mercantilistas, no capitalistas, de los de los albores de capitalismo que los marxistas denominan acumulación primitiva del capital.